La polvareda política levantada por la insinuación del popular Javier Arenas sobre la conveniencia de sellar un gran Gobierno de coalición con los socialistas como única opción para sacar al país de esta crisis que no parece tener fin y, de paso, la excelente acogida de semejante idea por parte de casi todo el mundo que está en disposición de dar a conocer sus opiniones, llevaron ayer al líder del PP, Mariano Rajoy, a intentar transmitir a la opinión pública que no es él quien genera la actual falta de entendimiento, sino que el bloqueo de las grandes cuestiones debe achacarse por entero al presidente Zapatero.
El dirigente conservador volvió así a reiterar que, aunque no cree en el inquilino de Moncloa, está dispuesto a acordar con él aquellas políticas de especial interés para los españoles, siempre y cuando el socialista rectifique y plantee cosas «razonables».
«No creo en Zapatero. Ahora bien, mientras siga siendo presidente, este partido seguirá planteando sus alternativas y, si hay cosas que son razonables, porque son consecuencia de rectificaciones, como ha hecho con la política antiterrorista, nosotros estaremos siempre con el interés general de España», sostuvo Rajoy en Córdoba durante un acto de presentación de los 600 candidatos que su formación ya ha designado para concurrir a las elecciones municipales en Andalucía.
«Llevamos años planteando nuestra alternativa en el Congreso y en el Senado y no se ha aceptado nada de lo pactado. Si Europa le obliga -al jefe del Ejecutivo- y rectifica, estamos dispuestos a acordar cosas en beneficio de la Nación y de los españoles», repitió el líder conservador antes de proclamar que «nunca ha sido tan evidente el daño que puede hacer un gobernante» a un país, algo que, en su opinión, no tiene «nada que ver con ser de izquierdas o de derechas».
«El principal problema de la economía española tiene nombre y apellidos: José Luis Rodríguez Zapatero», continuó el líder del PP como prolegómeno a lanzar la advertencia de la formación de Génova no se resigna ante los más de 4,5 millones de parados, la pérdida de poder adquisitivo y el 40 por ciento de jóvenes que no pueden trabajar debido a la política «enloquecida» del presidente.
Son pues, en su opinión, la «errónea» forma de gobernar del leonés, así como su «incapacidad para escuchar», las que han llevado a España a estar «bajo vigilancia» y a que sus políticas económicas se dicten desde fuera .
«Quiero un país como el que somos: grande, sólido, con personalidad y con criterio. Que opine como los demás y que no esté vigilado; y esto se puede hacer y lo vamos a hacer», espoleó Rajoy a los 6.000 asistentes, que le interrumpieron varias veces con gritos de «Rajoy presidente» o «Zapatero dimisión».
España ha «pagado» el gobierno de «ocurrencias» de Rodríguez Zapatero, «que negó la crisis, gastó lo que no tenía y no planteó reformas» resumió el líder del PP.
