“El día ha comenzado con un sobresalto, porque nos hemos quedado dormidos, y casi perdemos el autobús que nos llevaba a El Aiun, lugar de donde partía la maratón. Así que, sin desayunar, nos hemos montado en el autobús y hemos salido volando hacia allí.
Afrontar 42’195 kilómetros sin haber desayunado era toda una temeridad, que por suerte ha salido bien, y no he tenido que lamentar. El recorrido ha sido todo un espectáculo, ya que pasaba por tres campamentos de refugiados, Aiun, Auxer y Smara, donde todos y cada uno de sus habitantes estaban pendientes de la maratón, y la han vivido como un gran día.
Los niños te avasallaban según ibas corriendo para darte ánimos, e incluso te pedían caramelos, las gafas…en fin, es algo que ellos ven como lo más normal; pero hoy era el día de la carrera y no podía atenderles, aunque los demás días siempre llevaba algo para darles, desde caramelos hasta gafas de sol, camisetas…
La salida en El Aiun ha sido espectacular, con un pasillo de saharauis, todos haciendo un sonido como un pito, clavadito al que escuchamos en las películas cuando ves a los árabes que entran en combate. También había un montón de niños cantando el himno del Sahara Maratón. En definitiva, que fue una gran salida a un gran acontecimiento. Desde el inicio de carrera un grupo de seis argelinos han cogido el mando de la misma, conocedores del terreno y acostumbrados a las temperaturas. Su ritmo ha sido cómodo de seguir, pero siempre prestando atención, porque corrían en equipo.
De repente, y sin esperártelo, apareció Auxer en mitad de la nada, una población en la que el pasillo de gente desde que entras hasta que sales del campamento no han dejado de animar, con palmas, pitos, banderas ondeando, niños que te acompañaban un rato… un ambiente festivo de lo más singular.
Yo había optado por seguir mi ritmo en cuanto los argelinos aumentaron el suyo, así que llegué a la zona de dunas con fuerzas para ir recortando distancias con respecto a alguno de mis rivales que empezaron a pagar el esfuerzo. Antes de llegar al campamentote Smara, meta de la carrera, nos hemos aventurado por las dunas. En éstas, y sabedores de la dificultad que supone atravesarlas, es donde se han ubicado los fotógrafos y periodistas que han cubierto el evento, así como los refugiados que han querido seguir desde allí el espectáculo. En ese tramo he aprovechado para ponerme cuarto, según me han advertido.
Y, por fin, hemos llegado a la meta, no sin antes dar una vuelta por todo el campamento de Smara, que es donde se centraliza todo lo que acontece con la maratón. Como ya conté, en la jornada del domingo se celebró el desfile del 27 de febrero, que conmemora el final de la guerra, no así del conflicto, y por ese paseo por el que se produjo el desfile es por el que accedimos a la meta-. No podía imaginar lo que era cruzar esa gran recta de gente y escucharles animar, pero ahora que lo he vivido, aún tengo la piel de gallina, porque afloran sentimientos y te sientes liberado y realizado en el instante en el que cruzas la meta y sabes que has conseguido cumplir con la primera etapa del Grand Slam Maratón, así como también con la primera de las siete acciones solidarias de las que consta el proyecto. Hemos traído una gran cantidad de material sanitario y medico, así como una gran bolsa de gafas graduadas y de sol, muy necesarias aquí, por gentileza de Óptica Damián. También debo agradecer la colaboración de lis centros de salud y de las farmacias de Monedero y Cristina Mínguez, por su colaboración en la recogida de medicamentos
Mañana (por hoy), ya se realizarán las actividades solidarias, que duran hasta el viernes, día en el que nos volvemos para España. Habrá actividades deportivas para los niños, así como también un proyecto que están llevando a cabo tres prestigiosos cocineros, que tratan de inculcar unos hábitos de desayuno a los niños. Pero de esto, y de otras cosas, ya os iré contando…