El estreno en una cumbre europea del presidente francés, François Hollande, se prevé hoy complicado. Una de sus ideas estrella, la creación de eurobonos para salir de la crisis, chocará contra la fuerte resistencia de la canciller germana, Angela Merkel, que los considera positivos, pero todavía prematuros.
Lo que en principio estaba destinado a ser una cena informal de trabajo, bautizada en la jerga de Bruselas como «consejo informal» centrado en el crecimiento y el empleo, podría derivar en un enfrentamiento conceptual entre una facción pro eurobonos y otro grupo contrario a la idea de financiar el crecimiento con deuda.
El aterrizaje de Hollande en la pista europea no podía ser, en ese sentido, más accidentado. La dirigente alemana reiteraba ayer que el debate de los eurobonos no entra oficialmente en la agenda de la cumbre. Por muchos motivos, los títulos de deuda común «no son la opción correcta» para superar la crisis actual, por lo que continuó apelando a la austeridad como propuesta para frenar este bacho y crear crecimiento.
Merkel, fuertemente respaldada por la mayor parte de los socios comunitarios, se encuentra con la oposición de Hollande y del italiano Mario Monti, que defienden la emisión de títulos comunes que Berlín no se cansa de rechazar.
Mientras tanto, la Comisión Europea, en un incómodo centro del terreno de juego, transmitía un un mensaje diplomático y conciliador. Los eurobonos no son la «solución inmediata» a la crisis, comentó Olivier Bailly, portavoz de Bruselas. «Seguimos pensando que las euro-obligaciones son un elemento importante para asegurar la estabilidad financiera de la eurozona», matizaba después.
Mientras, el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, reiteró, como siempre que tiene ocasión, que la idea debe ser complementaria, pero no sustitutiva, de unas finanzas públicas saneadas.
Ventajas
Para los expertos, la creación de eurobonos, respaldados por los 17 socios de la eurozona, traerían muchas ventajas: desaparecerían las emisiones de deuda de cada país individualmente, con lo cual, los miembros del bloque ya no tendrían que realizar subastas de letras a tres meses o, por ejemplo, de bonos a cinco años.
No obstante, para lograr que el proyecto fructifique, la economía de la UE debería estar mucho más integrada, con políticas monetarias y fiscales unidas. Ésa es otra de las manzanas de la discordia, pues supondría ceder soberanía fiscal a Bruselas, extremo que muchos rechazan, a pesar de que cada vez más la economía de la UE esté coordinada desde la capital belga.
Para el convocante de esta cumbre informal, en la que no se tomarán decisiones, aunque sí se fijarán posturas, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, no será tampoco una cita fácil. Pretende fomentar el debate sobre cómo superar la crisis que golpea con fuerza a la UE, pero se ha encontrado con un terreno de batalla dialéctica abierto entre los dos grandes: Alemania y Francia, que hoy medirán sus fuerzas y comprobarán quiénes son sus aliados.
