El juez suspendido de la Audiencia Nacional ha abandonado estrados para sentarse en el banquillo de los acusados, donde tras quitarse la toga ha expuesto su alegato final ante los siete magistrados de la Sala de lo Penal: «Mi confianza está tranquila porque tomé las decisiones que creí ajustadas a Derecho para perseguir, sancionar o castigar, por mí o por quien correspondiera en el uso de la jurisdicción los crímenes masivos de desaparición forzada de personas en ese contexto de detenciones ilegales sin dar razón del paradero de las víctimas».
Garzón se han pronunciado así después de hacer mención a ‘La conciencia tranquila’ del filósofo Immanuel Kant, una reflexión sobre los valores humanos, durante el juicio, en el que se enfrenta a una pena de 20 años de inhabilitación por un delito continuado de prevaricación que solicita para él la acusación ejercida por Manos Limpias y Libertad e Identidad. La Fiscalía y la defensa han solicitado su libre absolución y el archivo del procedimiento.
En aras de su independencia como magistrado y la libertad de interpretación -aspectos que constituyen la «esencia de la función judicial»— ha alegado que adoptó las decisiones que entendió «más apropiadas» en aplicación del derecho nacional e internacional.
Según ha dicho, actuó «sobre todo guiado por la defensa del desamparo de esas víctimas, que son, en este tipo de crímenes, un elemento principal que todo juez debe proteger». «Hay otras opiniones pero ésta es la que defiendo y creo que es ajustada a Derecho», ha remachado.
En la séptima sesión del juicio y en un alegato de apenas seis minutos y medio de duración, el magistrado ha manifestado su conformidad con los informes finales expuestos por el fiscal Luis Navajas y por su defensa Gonzalo Martínez-Fresneda.
