Tras una semana de violencia en Oriente Próximo y un día después de firmar un alto el fuego, los habitantes de Gaza y los israelíes hicieron ayer balance de lo vivido en la zona: 164 palestinos y seis judíos muertos, 1.500 objetivos golpeados en la Franja y casi el mismo número de misiles lanzados contra territorio hebreo, mientras los líderes de ambos bandos se atribuyeron el éxito de la tregua.
La operación Pilar de la Defensa, lanzada por el Gobierno de Tel Aviv para restaurar la calma a largo plazo tras años recurrentes ataques con cohetes desde Gaza, «logró su objetivo en su totalidad», aseveró el ministro de Defensa judío, Ehud Barak.
El Ejecutivo de Benjamin Netanyahu ha reforzado su poder de disuasión al proporcionar un «doloroso golpe» a los grupos armados de Gaza, aseguró Barak, haciendo uso de la idea general de la seguridad que impera en el país y que consiste en golpear lo suficientemente duro al enemigo para que se lo piense dos veces la próxima vez antes de atacar de nuevo.
Israel asegura que ha destruido miles de cohetes, bombardeado «centros de comando» y «escondites» y matado a dirigentes de los milicianos, incluyendo a al menos 30 de alto rango.
No lo ve de la misma forma el líder de Hamas, Jaled Meshal, que considera que la «entidad hebrea» sufrió una «derrota táctica» al ceder a «las condiciones de la resistencia palestina». El Ejército judío no dañó «las infraestructuras de la resistencia», sino que mató a niños y destruyó edificios residenciales y gubernamentales, aseguró.
Meshal afirmó que insistió con éxito en su demanda de relajar las restricciones al movimiento de bienes y de personas a través de los pasos fronterizos de Gaza.
Sobre las cifras de civiles y milicianos muertos en Gaza es difícil obtener cifras fiables. Samir Zaquot, del grupo defensor de los derechos humanos Al Meezan, de Ciudad de Gaza, asegura que solo un tercio de los muertos eran combatientes. Ashraf Al Qedra, portavoz del Ministerio de Salud de Gaza, gobernada por Hamas, afirma que 74 de los 164 muertos eran mujeres y menores de 18 años, así como hombres mayores de 55.
La tregua sigue adelante y palestinos y judíos intentan regresar a la normalidad. Miles de gacíes celebraron su llegada con una multitudinaria concentración en Ramala. Pero de esa tranquilidad no se terminan de fiar ninguna de las dos partes. De hecho, Barak avisó de que atacarán a los extremistas de la Franja si infringen el alto el fuego. «Si se rompe, sabríamos qué hacer», aseguró, al tiempo que indicó que el cese de hostilidades puede durar «nueve meses o nueve semanas».
Y la tensión puede aumentar más aún, después de que Francia sugiriese que estará a favor de conceder el estatus de Estado no miembro a los territorios palestinos en la votación en la Asamblea General de la ONU que se celebrará la próxima semana.
El ministro de Exteriores galo, Laurent Fabius, aseveró que ésa fue una de las promesas del presidente, François Hollande, durante la campaña electoral.
Tel Aviv ya ha avisado de que, en caso de que Naciones Unidas reconozca a Palestina como Estado, su ofensiva se recrudecerá.
Ante esta posibilidad, el ministro de Exteriores británico, William Hague, señaló que presionará a Abu Mazen para que abandone su intención de aumentar su rango para fomentar que continúen las negociaciones en Oriente Próximo.
