El cuadro de Paco Jémez salió airoso del partido frente al Deportivo (2-1), disputado ayer en el marco de la séptima jornada, por lo que los vallecanos se reencuentran con la victoria cinco partidos más tarde y toman aire en la clasificación al alejarse de los puestos de descenso, a los que se acercan los gallegos.
El ferviente canto de la hinchada local fue la nota predominante en los primeros compases de un choque entre dos conjuntos muy necesitados de un triunfo. Tanto Deportivo como Rayo inauguraron el carrusel liguero del día de ayer con las goleadas encajadas hace una semana en la memoria. Los de Jémez aún tenían frescos los seis goles que les endosó el Valladolid en la capital castellana, mientras que los gallegos no olvidaban la ‘manita’ encajada en el Santiago Bernabéu’.
Precisamente, dos de los grandes errores que cometieron ante los de Mourinho, la fragilidad defensiva y la incapacidad de generar juego en la primera mitad, volvieron a condenar a los gallegos. Por su parte, la posición adelantada de los locales, con el portero Rubén tocando el balón fuera del área, posibilitó la versatilidad de los hombres de arriba, destacando el papel de José Carlos. Así, una combinación entre el propio delantero, Tito y Leo acabó con el tanto de Piti. Minutos más tarde, el activo ariete rayista, de disparo lejano, aumentaría la ventaja.
Por su parte, los pupilos de Oltra, que botaron su primer saque de esquina a los 35 minutos, se encontraron con un penalti inesperado al borde del descanso. Tito tocó el balón con las mano, Pérez Montero señaló la pena máxima y Pizzi lo transformó por el centro. Este gol ajustó el marcador y dejó huérfano al partido, sin un dominador claro y un festival de errores de cara a puerta.
El Rayo perdonó la sentencia al inicio de la segunda parte, en una jugada en la que Delibasic, primero, y ‘Chori’ después, no acertaron dentro del área. Mientras, los gallegos gozaron de oportunidades que marraron. Destacaron las de Oliveira y Riki, solos frente al portero. Aranzubia se pudo lucir al arrebatar el balón a José Carlos, que no se la cedió a Leo, en un mano a mano. El carrusel de errores continuó hasta el final, dada la torpeza del conjunto local para mantener su ventaja.
