Egipto volvió ayer a vivir una dramática jornada, si bien esta vez los al menos 73 muertos registrados no fallecieron en una protesta contra las autoridades, sino que se produjeron en una pelea entre seguidores de dos equipos de fútbol, que se enfrentaron al término de un partido en la ciudad de Port Said, en el noreste del país, según informó el Ministerio de Sanidad.
La trifulca, que también se saldó con más de 300 heridos, comenzó al término de un encuentro entre los combinados Al Masry y Al Ahly, de El Cairo, que concluyó con el resultado de 3-1 favorable a los primeros. Los seguidores de la escuadra capitalina, una de las más populares de la competición egipcia, invadieron el terreno de juego y corrieron detrás de los jugadores del combinado visitante, lo que derivó en un enfrentamiento entre las dos hinchadas.
El viceministro de Sanidad, Hesham Sheiha, explicó que la mayoría de los heridos presentan contusiones y cortes, al tiempo que calificó de «desafortunado» el incidente. «Es el mayor desastre en la historia del fútbol en Egipto», lamentó.
Además, el jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Mohamed Hussein Tantawi, envió dos helicópteros a Port Said para evacuar a los miembros del equipo agredido y a sus seguidores.
La liga, suspendida
El recién elegido Parlamento celebrará hoy una sesión extraordinaria para discutir la violencia desatada, que amenaza con tensar más aún la delicada situación social y política por la que atraviesa el país norteafricano.
Ante la sucesión de acontecimientos, la federación de fútbol anunció la suspensión «indefinida» de la liga.
