El conflicto que viven Siria y Turquía, que comenzó la semana pasada con el lanzamiento de proyectiles por parte del Ejército de Damasco sobre suelo otomano y que tuvo su respuesta en forma de bombardeo desde Estambul, continúa viviéndose en el aire. Y es que, después de que el Gobierno que dirige Recep Tayyip Erdogan ordenase el pasado miércoles interceptar un avión de pasajeros sirio, obligándolo a aterrizar en su territorio, al asegurar que transportaba armamento de fabricación rusa, el espacio aéreo entre ambos países se ha convertido en un cielo fantasma.
El régimen de Bachar al Asad insistió ayer en que las acusaciones emitidas desde Turquía son falsas, al tiempo que acusó a su vecino de «piratería aérea», ya que ese «acto hostil», en palabras del ministro de Transporte, Mahmud Said, contradice «todas las regulaciones internacionales de la aviación civil».
Mientras, desde Estambul insistieron en que la nave, con salida de Moscú y destino Damasco, portaba municiones procedentes de Rusia, reconocido aliado del Gobierno sirio.
Erdogan aseguró que ese armamento estaba destinado al Ministerio de Defensa árabe, aunque no precisó de qué tipo de material se trataba. Por ello, antes de dejar partir al avión, parte de su carga se quedó en suelo otomano.
Además, el primer ministro insistió, una vez más, que su Gobierno no tolerará el transporte de bienes que no sean civiles por tierra, mar o aire.
Por su parte, fuentes del Kremlin mostraron su pesar y desmintieron que en el aparato hubiera «armas de ningún tipo, ni tecnología militar».
Entre tanto, el espacio aéro de Turquía y Siria se encontraba ayer prácticamente intransitado. Ambos Gobiernos decidieron evitar que sus naves sobrevolaran el cielo del país vecino, con el fin de evitar cualquier tipo de represalia.
Reclutamiento desde Francia.- Los investigadores de la unidad antiterrorista gala creen que los supuestos terroristas islámicos detenidos el pasado sábado cerca de París y en Cannes estaban reclutando a posibles yihadistas para combatir en Siria y estaban planificando atentados en Francia, según informó ayer el fiscal jefe de la capital del país, François Molins.
Los miembros del grupo había reunido suficiente material para elaborar una bomba similar a las utilizadas en una oleada de atentados perpetrados en París a mediados de los años 90, explicó el letrado.
La célula desmantelada -uno de cuyos miembros murió el sábado por disparos de la Policía- era «un grupo terrorista, probablemente el más peligroso registrado en Francia desde 1996», agregó.
Cinco de las 12 personas detenidas fueron ayer liberadas y se prorrogó la reclusión de las otras siete para ser investigadas por sospechas de terrorismo. Dos de ellas están acusadas de haber participado en el reclutamiento de voluntarios para combatir en Siria, añadió Molins.
