Preciosa. Nuestra Señora de Aldeasoña es preciosa. Así lo afirma Graziano Panzieri, el conservador que descubrió la imagen en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena el pasado 24 de septiembre. No es el único que tiene esa opinión. El delegado diocesano de Patrimonio, Miguel Ángel Barbado, también se ha sentido cautivado por la hermosura de la talla encontrada. “Es bellísima”, asegura, una y otra vez. Como a Panzieri y Barbado, Nuestra Señora de Aldeasoña ha impresionado a cuantos la han contemplado. Y previsiblemente, lo mismo ocurrirá a los vecinos de Aldeasoña cuando la vean —tras la restauración que está ultimando Panzieri—, el próximo 7 de diciembre.
Como tantas otras imágenes de vírgenes de la provincia de Segovia, la de Aldeasoña fue escondida, permaneciendo oculta durante siglos, hasta su reciente hallazgo. Aunque su historia parezca sacada de una leyenda, es real. En esta ocasión no fue un humilde pastor que apacentaba sus ovejas quien descubrió la talla, sino un restaurador contratado por los vecinos de Aldeasoña para rehabilitar un retablo renacentista.
Panzieri no olvidará fácilmente el 24 de septiembre. Estaba desmontando el ático de ese retablo cuando comprobó que, detrás, había una hornacina en el muro. Con sumo cuidado, fue limpiando su interior. Y, para asombro suyo allí estaba una imagen. El restaurador se dio cuenta, al instante, de que el descubrimiento era “muy importante”. Llamó de forma inmediata a Barbado, que se personó ese mismo día. La noticia corrió como un reguero de pólvora por Aldeasoña. “Vinieron muchos vecinos, e incluso de pueblos cercanos”, recuerda Panzieri.
El hallazgo revolucionó Aldeasoña. Pocas semanas después, en octubre, tuvo lugar una singular votación para elegir el nombre de la Virgen. Por unanimidad, salió “Nuestra Señora de Aldeasoña”.
Mientras, Panzieri había comenzado la restauración de la pieza en su taller de Segovia. En realidad, la imagen estaba “bastante bien conservada”. El trabajo ha consistido, principalmente, en limpiar la talla, reintegrar los escasos volúmenes que faltaban (la mano y los pies del Niño Jesús y la corona de la Virgen) y consolidar toda la obra de arte.
“Es preciosa”, insiste de nuevo Panzieri al mirarla. Nuestra Señora de Aldeasoña es una imagen románica, posiblemente del siglo XIII, elaborada en madera de pino. La Virgen se encuentra en posición sedente, sosteniendo en su regazo al Niño Jesús, tallado previamente en otra pieza de madera y después acoplado al cuerpo de Nuestra Señora de Aldeasoña.
El atractivo de la Virgen radica, en gran medida, en su sencillez. La imagen lleva vestido azul y capa a la espalda. Y porta una corona que sujeta un velo blanco. El Niño Jesús tiene un vestido más decorado que el de la Virgen.
Según explica Panzieri, Nuestra Señora de Aldeasoña fue policromada al menos dos veces. A su juicio, ese hecho denota una clara utilización. “Posiblemente saliera en procesiones religiosas”, sostiene, señalando con el dedo índice marcas de alfileres a su espalda, que quedó casi sin desbastar.
En cualquier caso, sobre la historia de la imagen pende una gran pregunta: ¿Cuándo y por qué quedó abandonada detrás del retablo renacentista de la iglesia?.
A este respecto, Juan Cuéllar, historiador de la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, ha sacado a relucir sus estudios de Aldeasoña. Cuéllar ha revelado que, en el 5º Libro de Cuentas de Fabrica (1726-1752), y a raíz de una visita a Aldeasoña en el año 1737 del obispo de Segovia, éste ordena “que se ensanche la sacristía y se entierre una imagen de Nuestra Señora que está en el altar último a la mano derecha y en su lugar se ponga otra más pequeña que está en el mismo altar”.
A pesar de que desde el Obispado de Segovia no acaban de dar crédito a esa orden del prelado, Cuéllar insiste en que “aunque hoy en día resulte inconcebible que se pueda dar una orden de esas características, es probable que en su día el enterrar o emparedar una imagen fuera, si no una práctica habitual, sí algo aceptado por los fieles”. El historiador sostiene que un cambio en la advocación de la iglesia o el deterioro de la imagen podrían haber motivado la decisión del obispo de Segovia.
“Estoy convencido — continúa Cuéllar— de que la imagen hallada en septiembre es la que se cita en el archivo parroquial, y también que si la talla se ha preservado hasta hoy ha sido por desobedecer el mandato de aquel obispo”. De acuerdo a esta teoría, alguien (¿quizá el cura de Aldeasoña?), tal vez por la devoción existente a la imagen, optó por esconderla antes que su soterramiento. Y luego, con el paso de los años y de los siglos, su memoria quedó olvidada. De hecho, ni la más anciana del lugar, la centenaria Victorina Rojo, había jamás escuchado de su existencia.
Sea como fuera la historia, lo que sí es cierto es que en el pueblo están ya preparando “una gran fiesta” para el próximo 7 de diciembre. “La Virgen —dice Barbado— volverá con toda solemnidad, para ser venerada por sus vecinos”.
En sus últimos días de estancia de la Virgen en Segovia, Panzieri remataba ayer una urna de seguridad para la imagen, que ha sido realizada en el taller de Muñoz de Pablos. “Ahora que la hemos hallado, no podemos volver a perderla”, bromeaba el restaurador.
La gran fiesta, el día 7.- La gran fiesta de bienvenida a Nuestra Señora de Aldeasoña será el próximo 7 de diciembre. Ese día, a las 16,00 horas, habrá una procesión con antorchas o velas por las calles de Aldeasoña, amenizada por dulzaineros de Segovia. Previsiblemente, la imagen descubierta saldrá en andas.
Después, el obispo de Segovia, Ángel Rubio, oficiará una misa en honor a Nuestra Señora de Aldeasoña. En la eucaristía participará la Coral Segoviana.
Y luego, ya en la calle, se ofrecerá un vino español a todos los asistentes, en una carpa que se instalará para la ocasión en el parque. La música de la tierra alegrará esta última parte de la fiesta.
Los vecinos de Aldeasoña, que recibieron con “intensa emoción” el descubrimiento de la Virgen, esperan que el 7 de diciembre acudan al pueblo, dada la expectación creada por ver a la imagen, un gran número de vecinos de los pueblos cercanos, pertenecientes a la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña.