Pasaban unos minutos de las diez y media de la mañana y un grupo de piquetes informativos, escoltados por la Policía, accedían desde la Calle Real a la Plaza Mayor. Los ‘pitos’, arengas y algún calificativo mayúsculo en contra de Rajoy rompían la estampa habitual de cualquier jueves, en el que los puestos del mercado ocupan la Plaza Mayor. El grupo, numeroso, apenas dió un par de vueltas al recinto. Cada jueves se instalan alrededor de medio centenar de puestos. Y ayer apenas faltaron media docena a su cita, según comentó el técnico municipal de mercados.
Será por la ‘normalidad’ que presidía la actividad del mercadillo, los sindicalistas optaron por continuar su ruta, aunque su sola presencia ya despertó improvisados debates entre los clientes que esperaban ser atendidos para comprar frutas, verduras y bollos.
“La huelga no sirve para nada, he oído en la radio que si se van a perder no se cuantos millones de euros, hay que trabajar para levantar España, lo que pasa es que hay mucho vago”, decía una señora, acompañada de una joven que confesaba estar en el paro.
“Esta reforma es un atentado a todos los trabajadores” decía otro hombre, jubilado, de mediana edad, que prefería guardar el anonimato. “Hay mucho paro —añade— y los que trabajan no hacen huelga porque temen que por este motivo les puedan despedir, tampoco quieren perder dinero (…) estoy seguro que si no fuera por esto, todo el mundo haría la huelga porque la reforma es un ataque contra los derechos de los trabajadores”
Menos público
Con independencia de la opinión, diversa, de los clientes del mercado, la de los comerciantes coincidía al menos en un aspecto: la presencia de menos público que cualquier otro jueves, entre un 35% y un 40%, según varios de los propietarios de puestos consultados. Eleazar De la Cruz Vargas, que regenta con su familia un puesto de venta de ropa, hace un diagnóstico claro. “Hay menos gente que cualquier otro jueves, la gente ha pensado en la huelga y que habría menos autobuses y ha optado por no venir”, afirma De la Cruz.
Desde su puesto de quesos y legumbres, Alberto Velasco, atribuía a la huelga el ligero descenso de público. “Ha venido algún puesto menos y el público ha descendido un 30%, es posible que la gente haya pensado en que habría problemas en el transporte público y no ha venido”, dice Alberto que apunta que, al menos su clientela, no había comentado de la huelga. “Ha sido como un jueves más, pero con algo menos de gente”, añade.
La misma sensación la tenía Juan Carlos Herrero, que cada jueves llega desde Garcillán para instalar su puesto de verduras, frutas y legumbres. “Ha habido quizá menos ambiente, si dudaban de si había autobuses, pues no vienen, es así”, dice Juan Carlos. “De la huelga en mi puesto la gente no ha dicho ni pío”, añade.
No obstante, bastaba dar una vuelta y escuchar alguna conversación aislada hablando del ‘parón’ en contra del Gobierno. Claro que casi nadie quería expresar abiertamente su opinión ante un periodista. El mercado no entiende de huelgas o si lo hace, la mayoría se calla. Normalidad. O casi.
