El pasado día 25 de octubre se cumplieron 75 años del homenaje que tributaron los vecinos de Valseca al que fuera médico del municipio durante 28 años, Gregorio Cardiel y de Nieva. Una etapa que comenzó en el año 1900 y se prolongó hasta 1928.
Un facultativo que dejó una huella muy especial entre el vecindario, por su especial entrega y dedicación en la población. En la que tuvo que hacer frente en los primeros años del siglo XX a enfermedades con tanta incidencia como fueron el sarampión y la tuberculosis. Pero si especialmente se recuerda la figura de don Gregorio es por su inagotable trabajo en una de las mayores lacras mortuorias que afectaron a España, y no menos a Valseca, donde hizo frente de manera inagotable a la enfermedad en la famosa peste española de 1918.
Valseca, junto con la localidad próxima de Valverde del Majano, fueron dos de las poblaciones más afectadas en esta parte de la provincia. Esa entrega le valió a Gregorio Cardiel el reconocimiento provincial del Gobierno Civil de Segovia, concediéndole la Cruz de Beneficencia de primera clase, por su dedicación y entrega a la causa.
Por su parte, el vecindario le dedicó un reconocimiento póstumo, con la colocación de una placa de mármol en la fachada de su vivienda que dice así: “Para perpetuar la memoria del que fue insigne médico de este pueblo durante veintiocho años —1900 a 1928—, don Gregorio Cardiel y de Nieva, por su celo y amor a la profesión, le dedican este homenaje los vecinos de Valseca. Octubre 25 de 1943”.
El homenajeado ya había fallecido ocho años antes, pero su memoria y su reconocimiento seguían presentes y pendientes. La memoria popular de las personas de más edad de Valseca dice que fue un día emocionante, en torno a un acto al que además de la población de Valseca se sumaron algunos vecinos de Hontanares, donde también ejerció, y acudió un autocar lleno procedente del Centro Segoviano de Madrid, donde el homenajeado era socio de número y llegó a ser vicepresidente de la institución en al año 1926.
Gregorio Cardiel, sin duda, firmó una bonita página de la historia de Valseca de la primera mitad del siglo XX, que continuarían después sus hijos. El facultativo comenzó su profesión médica en Gallegos de la Sierra, después en Pinillos y, en Segovia, concluyó en Valseca, continuando después algún año su tarea en la capital de España.
En Valseca fue un hombre plenamente integrado en la vida y sociedad del pueblo. Era cazador con licencia, director del grupo de teatro local y, además, era un médico inquieto en su formación con su continúa asistencia a reuniones y ateneos de estudio y formación en la capital de España, y también participó en la primera Asociación de Médicos de Segovia.
VIVIENDA En Valseca, se instaló en una casa grande de la calle Cantarranas con patio, un inmueble de su propiedad, que fue reformando sucesivamente.
Ocupó la misma, junto a su mujer, Lorenza Merino, natural de Escalona del Prado, y sus tres hijos, Tomás, Valentín y Mariano Cardiel Merino. En Valseca, después nació en 1902 su cuarto hijo, Laurentino Cardiel. Precisamente al año de nacer su cuarto hijo, en 1903, sufrió un contratiempo familiar, al fallecer en Valseca su hijo Tomás a la edad de seis años, como consecuencia de la tuberculosis.
Sus hijos Valentín, Mariano y Laurentino siguieron la faceta médica de su padre. Tras cursar estudios de Primaria en Valseca, se desplazaban a diario a Segovia para acudir al instituto y, una vez concluido ese periodo, se trasladaron a Madrid a estudiar Medicina en la Facultad de San Carlos, donde se especializaron en cirugía general y odontología, circunstancia por la que la estirpe familiar de los Cardiel está más que asegurada.
Gregorio Cardiel, acabada su destacada etapa médica en la provincia, trasladó su residencia a Madrid, donde falleció un 22 de septiembre de 1935 a la edad de 73 años, un suceso que fue recogido por toda la prensa segoviana de la época como una gran pérdida.
Una familia que ayudó a crecer el laboratorio Gurruchaga
El protagonismo de la familia Cardiel no acabó en don Gregorio. Sus tres hijos, ya doctorados en Medicina, ejercieron como médicos rurales. Valentín lo hizo en Revenga, Hontoria y Valverde del Majano; Mariano, en Roda de Eresma, Los Huertos y Encinillas; y Laurentino compartió la labor con su padre en Valseca los últimos años.
La inquietud de los tres vástagos y la buena relación de Gregorio Cardiel con el boticario de Valseca, Julio García Gurruchaga, que ya había puesto en marcha con éxito el Laboratorio Gurruchaga en la localidad, hizo que en el año 1924 pasaran a formar parte de la sociedad, aportando a la misma, además de una parte económica, sus conocimientos médicos en la especialidad de odontología, lo que supuso un nuevo éxito que contribuyó sacando al mercado productos tan conocidos como el dentífrico Dencegé, popularizado en la época en España, así como la elaboración de diversos anestésicos y carbonatos.
