Dice La Real Academia que un cineclub es una “asociación para la difusión de la cultura cinematográfica, que organiza la proyección y comentario de determinadas películas”. Con el propósito de crear un revulsivo para la vida cultural de Aranda de Duero (Burgos), un grupo de respetados médicos, encabezado por Ángel Pellicer, Gonzalo Fernández Contra y Ramón Mira, convocó una reunión el 10 de septiembre de 1960 en el añejo Bar Los Caracoles (que aún hoy sigue en pie en la villa burgalesa). El objetivo: poner en marcha un cineclub en Aranda.
La iniciativa prosperó y ahora, medio siglo después, el Cineclub Duero se apresta para celebrar sus bodas de oro, tras décadas de incesante itinerancia por cualquier espacio de la ciudad susceptible de acoger una proyección de cine. Como recuerda el único socio fundador que permanece en activo, Julio López Laguna, “no se puede dar mayor cantidad de persecuciones: allá donde fuéramos, los dueños del local siempre acababan recibiendo órdenes ‘de arriba’, y nos echaban de todas partes”. “Debe ser que teníamos muchísimas ganas de trabajar, y también que hemos tenido muchísima suerte y un ángel de la guardia especial, que políticamente debía ser bastante liberal, pero siempre conseguíamos salir adelante siempre. Y aquí seguimos, 50 años después”, apunta.
Tras dos años proyectando en 16mm en Radio Juventud, el Cineclub Duero comenzó un éxodo ininterrumpido que ha llevado a sus socios por locales como el Cine Principal (adonde llegaron en 1963), la Casa Sindical (1968), el Teatro Cine Aranda (escasas sesiones en 1969), el Colegio de las Madres Dominicas (1969), el salón Clunia Teatro de Cámara (1971), el Cine Principal de nuevo (1977), Clunia de nuevo (1980), la Asociación Cultural Antonio Machado (1981) y, definitivamente, el Teatro Cine Aranda (1982), que aún hoy perdura como sede.
Y así llegaron los fastos del 25 aniversario, celebrado en la segunda quincena de mayo de 1985, que reunió a cineastas como Víctor Erice, Pilar Miró, Josecho San Mateo, Imanol Uribe, Fernando Colomo, Manuel Gutiérrez Aragón o Francesc Belmunt, que presentaron en persona sus últimos trabajos.
La escasez de presupuesto (el Ayuntamiento arandino aporta anualmente 6.000 euros al Cineclub, que se sustenta principalmente gracias a las aportaciones de sus socios) impide actualmente el desarrollo de tertulias tras las proyecciones, y sus socios se ven obligados a improvisar las charlas en otros lugares. La situación del Cineclub Duero ha variado notablemente en los últimos tres años, cuando se ha convertido en la única posibilidad de ver cine para los cerca de 33.000 habitantes de la localidad. Eso les ha obligado a “abrir un poco la mano” a algunas películas “más comerciales” o a programar sesiones infantiles en verano.
