Entre el estupor y la indignación recibieron ayer la mayoría de los segovianos la noticia de que una asociación de abogados murcianos, denominada “Preeminencia del Derecho”, había solicitado a la Consejería de Cultura de la Junta la retirada del Acueducto de las imágenes de la Virgen de la Fuencisla y de San Esteban, al entender que los símbolos religiosos “constituyen una violación de la aconfesionalidad del Estado y una profanación del monumento romano, además de un postizo que le priva de su encanto”.
En el texto remitido a los medios de comunicación, “Preeminencia del Derecho” muestra, amén de otras consideraciones, desconocer la historia del Acueducto de Segovia, ya que en el monumento no hay (ni hubo) imágenes de la patrona de Segovia ni de San Esteban.
La Virgen que se conserva en la hornacina, que la mencionada asociación de abogados murcianos identifica con la Virgen de la Fuencisla, en realidad no tiene una advocación concreta, y lleva allí colocada casi cinco siglos, en concreto desde el año1520.
El insigne historiador segoviano Diego de Colmenares, en su célebre libro “Historia de Segovia”, escribe que “… en veinte y uno de marzo [de 1520], fiesta de San Benito, un devoto ciudadano nuestro, nombrado Antonio de la Jardina, ensayador de la Casa de la Moneda, puso a su costa la imagen de piedra de Nuestra Señora, en el hueco o nicho de la puente que mira a mediodía”. Añade Colmenares que el donante colocó otra imagen, de San Sebastián “en el nicho que mira al norte”.
Para el historiador segoviano, la instalación de ambas imágenes religiosas “prueba que ya faltaban de allí las estatuas para que se hicieron los nichos; o fuesen de Hércules, como dicen memorias antiguas, o de otros”.
Ambas imágenes, la de la Virgen y la de San Sebastián, debieron permanecer durante siglos en el lugar donde fueron colocadas, puesto que no se tienen noticias de traslados y, ya en el siglo XIX, el arquitecto Juan José de Alzaga, en su “Memoria descriptiva del Acueducto” (1835), señala que “a uno y otro lado [del Acueducto] están dos huecos o nichos rectangulares, hallándose colocada en el que mira a Oriente una efigie de madera enteramente deteriorada que por tradición se dice es de San Sebastián (pero la que hoy se ve nada se parece), y en el que mira al Occidente o Plaza del Azoguejo está colocada la de la Virgen que llaman del Consuelo, de una escultura muy inferior, en piedra blanca del país”.
Alzaga da además una noticia curiosa que habla sobre la devoción que los segovianos profesaban a la imagen de la Virgen del Acueducto. Dice el arquitecto que en 1835 aún permanecía “el armazón o palomilla de hierro” donde se aseguraba un farol llamado “de la Virgen” al que, durante cierto tiempo, subió todas las noches Antonio Mete, de oficio silletero, “sin otro auxilio que las escabrosidades y eminencias que presentan los sillares”. Tras la muerte en 1802 de este personaje, al que podría considerarse un predecesor de “El Mariquelo” de Salamanca, Alzaga indica que “nadie ha querido imitar una devoción tan singular”.
Más recientemente, la Concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Segovia planteó la restauración de la imagen de la Virgen. Incluso encargó un presupuesto de la actuación (15.700 euros) y solicitó a Caja Segovia que costeará los trabajos, extremo que obtuvo el visto bueno de la entidad. Sin embargo, tales trabajos no llegaron a realizarse. “En primer lugar, el grado de deterioro de la imagen no es tan elevado como se preveía”, explicó ayer De Santos, que además esgrimió como argumento para justificar que el Ayuntamiento haya desestimado el proyecto “la gran dificultad que entrañaba la obra” toda vez que la imagen se encontraba amarrada, por su parte trasera, a los pilares del monumento romano, y una intervención de ese tipo podría dañar, parcialmente, al Acueducto.