Pep Guardiola, que hoy cumple 40 años, ha adquirido una increíble madurez en el banquillo del Barcelona de forma meteórica, y al mismo ritmo veloz ha construido un bloque casi insuperable, que se ha acostumbrado a exhibirse frecuentemente con independencia del escenario y el rival.
Sin embargo, si se pregunta al propio protagonista, su respuesta tenderá siempre a la modestia y a la costumbre de quitarse méritos. Poco dado a la exaltación y al autobombo, el entrenador se empequeñece en las conferencias de prensa, agarrado a la humildad y al respeto a los adversarios.
En parte por ese motivo, han de ser los demás actores del mundo futbolístico quienes destaquen la obra soberbia que ha creado desde que ‘ascendió’ del filial al primer equipo, en un momento complicado por el desgaste evidente de los métodos del anterior técnico, Frank Rijkaard.
El último desafío cumplido por el de Santpedor ha sido conducir al Barça a un registro sin precedentes, basado en haber obtenido 52 puntos de 57 posibles en el ecuador del campeonato liguero. Además, con una marca de 61 goles nunca vista a estas alturas del torneo de la regularidad.
El 4-1 que firmó la escuadra el pasado domingo en el Camp Nou ante el Málaga constituyó una nueva interpretación de lujo de la filosofía de la ‘casa’, y el paso definitivo que quedaba para hacer trizas los récords. La alegría resultó doble, ya que el empate del Real Madrid en Almería (1-1) provocó que la distancia en relación al eterno rival haya crecido hasta los cuatro puntos. Los ‘culés’, en este sentido, habrían acabado como campeones de invierno con cualquier marcador frente a los andaluces.
calidad suprema. La maquinaria que ha diseñado el ‘míster’ apenas comete fallos, y menos todavía cuando recurre al once de gala, integrado por Víctor Valdés, Dani Alves, Gerard Piqué, Carles Puyol, Eric Abidal, Sergio Busquets, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Pedro Rodríguez, Leo Messi y David Villa.
En lo que llevamos de ejercicio, la unión de todos ellos ha garantizado al bloque no solo la victoria, sino también una goleada. En el encuentro en el que se les vio más grises, batieron a Osasuna por 0-3 en el Reyno de Navarra, dato que muestra con claridad sus tremendas prestaciones.
Es tal el nivel del fútbol que ofrece el Barcelona que sus piezas actúan con soltura incluso si se trata de suplentes. Los oponentes conocen con antelación qué estrategia usará, porque no suele modificarla, pero incluso así son incapaces de responder.
Guardiola ha inventado una mezcla de éxito: por un lado, la plantilla defiende con una elevada eficacia; por otro, sus ataques resultan demoledores; y, finalmente, saca el máximo partido de las individualidades, sin traicionar por ello el postulado central de que lo colectivo manda sobre lo personal.
Otra de las claves de la fantástica trayectoria del combinado radica en la libertad que el antiguo centrocampista otorga a Messi, quien vive en un estado de gracia permanente. Sin ocupar la plaza de delantero centro fijo, ya acumula 18 tantos y 14 asistencias.
Al servicio de su talento se ponen los dos hombres que le acompañaron en el podio del último Balón de Oro, Xavi e Iniesta. Tanto el catalán como el manchego leen los duelos mejor que nadie, y eso se nota sobre el césped.
Segunda unidad
Lógicamente, un calendario de la exigencia del blaugrana hace necesarias las famosas rotaciones, y a Guardiola no le tiembla el pulso a la hora de aplicarlas. Gracias a ellas descubrió al mundo las habilidades de Pedro y Busquets, a día de hoy indiscutibles. La labor de respaldo corresponde en la actualidad a Javier Mascherano, Seydou Keita, Gaby Milito, Maxwell o Adriano, que no desentonan.
Por todo ello, el principal reto del preparador se fundamenta en que sus pupilos no se relajen. El domingo no lo garantizó, porque, según él, ése es el pecado a evitar.
