El Viveros Herol Nava perdió en Alicante por 38-35 en un encuentro donde también perdió los nervios ante un rival que tuvo muy claro su plan de partido, que aprovechó el exceso de tensión de los segovianos en su intento de remontada para jugar el ‘otro’ balonmano que tan bien se les da a algunos y tan mal a otros, y que no falló cuando más lo necesitaba, algo de lo que no pudieron presumir los jugadores naveros.
El inicio del partido fue lento, muy lento, como si ambos conjuntos estuvieran calentando los motores en previsión de lo que llegaría después. El Balonmano Nava comenzó a fallar ataques como si le sobraran (malos lanzamientos y hasta cuatro pérdidas de bola sin ni siquiera lanzar a portería) y ello fue aprovechado por el Horneo Alicante para liderar el marcador.
A la carrera
Casi seis minutos tardó el conjunto segoviano en inaugurar su casillero de goles, aunque el equipo de casa tampoco estaba muy boyante en ataque ya que tan solo había sumado dos tantos. Pero el encuentro fue poco a poco cogiendo una velocidad de crucero que pasó a ser de fuera borda, con ataques rápidos y contragoles en una y otra portería que fueron ampliando los guarismos del marcador, alternando aciertos y errores.
Lo que sucede es que en esa alternancia quien más se equivocaba era el cuadro visitante. Dos siete metros errados por Edu Reig ‘invitaron’ a Senovilla a ordenar que los comenzara a lanzar Óscar Marugán, con bastante más acierto. Pero si en ataque estático las cosas sólo funcionaban cuando se lograba conectar con el pivote, ya que tanto Iosu Arzoz como Pablo Herranz estuvieron destacados en ese aspecto, en el apartado defensivo el equipo se fue cayendo paulatinamente, y Buda tuvo que multiplicarse para impedir que el Horneo Alicante tomara demasiada distancia en el electrónico.
Así, faltando diez minutos para el descanso el marcador señalaba un justo 10-10, pero cinco minutos más tarde el parcial era de 4-1 para los de casa que, esta vez sí, hicieron pagar a Nava todos y cada uno de los errores que cometieron, con Domenech encontrándose no pocos lanzamientos segovianos (ojo, que hay que estar ahí) para firmar un treinta por ciento de intervenciones positivas en el primer tiempo.
Fuera de ritmo
Álvaro Senovilla lo vio venir, y quiso parar el partido, pero Alicante ya había encontrado la manera de hacer daño a la defensa del Viveros Herol. Y con Parker corriendo, Aarón Gutiérrez percutiendo desde el lateral, y Borja Méndez cada vez más cómodo en la pista, amagó con romper el partido. El Balonmano Nava se agarró al encuentro con Marugán en los siete metros, Arzoz en el pivote y Bandeira en un lanzamiento lejano, pero el daño ya estaba hecho, y Alicante se marchó al descanso con ventaja de cuatro goles (18-14) y con el primer ataque de la segunda parte para irse de cinco.
Como así sucedió, porque los de casa siguieron sacando de punto al Balonmano Nava, que no lograba encontrarse sobre la pista, con un 21-15 que amenazaba con acabar el partido antes del tiempo. Y eso que la consigna estaba muy clara: defender mucho más y seguir buscando al pivote en ataque.
Poco a poco, jugada a jugada, el Viveros Herol volvió a meterse en el partido y estando cada vez más cómodo sobre la pista. Un parcial de 1-5 mediada la segunda parte llenaba de sudores fríos la grada del Pitiu Rochel, con los visitantes defendiendo mucho y bajándole los porcentajes a Domenech en la ofensiva.
Los veteranos se equivocan
Pero… llegó el ‘otro’ balonmano. Carró, que ya había tenido sus más y sus menos con Montoya, volvió a tener un encontronazo con el pivote local y ambos fueron excluidos en una acción que le dio la vida al Alicante porque con más espacios pudo hacer efectivo su uno para uno y aguantar su liderato en el marcador. Pese a ello, Nava se mantuvo en el partido, e incluso con 31-30 erró el pase en el inicio un contragolpe para haber empatado el duelo.
Ese fue el principio del fin porque Alicante volvió a marcar, y Nico se fue dos minutos a la calle por empujar a un Montoya que había descubierto el ‘filón’, llevando a los jugadores segovianos al límite de sus nervios. Los perdió Nico, pero también lo hizo Buda empujando de nuevo al pivote local encima de las narices de uno de los árbitros. y viendo la roja. Así fue imposible ‘rascar’ ni siquiera un punto, y aunque se maquilló el marcador al final, el partido dejó un mal sabor de boca en la plantilla del Balonmano Nava. Que los jóvenes pierdan los nervios puede ser incluso comprensible. Que lo hagan los veteranos curtidos en mil batallas, no.
