Duelo por el fallecimiento de Giuliano Cannata

Los amigos del patrimonio lamentan la pérdida del ingeniero italiano, voz crítica contra los desafueros urbanísticos en Segovia

Los amigos del de Segovia lloran estos días la pérdida del italiano Giuliano Cannata, uno de sus máximos defensores.

Una esquela aparecida en EL ADELANTADO, el lunes, informaba de su muerte, el pasado sábado, en Roma. En el texto del anuncio se le cita como “ingeniero, experto en hidráulica, antropología cultural y profesor en la Universidad de Siena. Vecino y defensor del patrimonio histórico de Segovia”.

Cannata llegó a Segovia hace ya muchos años, tantos que ya casi nadie recuerda cuando tuvo lugar su primera visita. De lo que sí hay constancia es que llegó fue por invitación del pintor y arquitecto Joaquín Vaquero Turcios, quien le introdujo en la ciudad.

Y en uno de sus primeros paseos, se quedó prendado por una casa, en la calle Escuderos —la llamada popularmente ‘casa de Álvaro de Luna— que adquiriría con posterioridad.

El historiador Antonio Ruiz asegura que Cannata restauró el edificio “con un tacto exquisito, como pocas veces se ha hecho en Segovia”. Aquella cuidadosa rehabilitación, lenta, permitió conservar el histórico edificio, manteniendo su traza primigenia.

A partir de entonces, Cannata hizo de Segovia su residencia de verano, acudiendo a ella además en otras épocas del año, cuando se lo permitía su actividad profesional. Ingeniero especialista en hidráulica, era profesor en la Universidad de Siena.

A nivel político, militaba en el Partido Comunista Italiano, llegando a ser concejal en el Ayuntamiento de Roma, a finales de los años 70.

En esa misma época, fue uno de los impulsores de la Lega per l'Ambiente, una de las asociaciones ecologistas pioneras en Italia, y colaboró en proyectos de desarrollo en países del Tercer Mundo, sobre todo en África.

“Estaba muy preocupado por el medio ambiente”, rememora Ruiz, quien también resalta que, en sus frecuentes paseos por Segovia “se indignaba por los atropellos urbanísticos que se cometían”. Prueba de su implicación con Segovia son varias intervenciones en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.

Para Pedro Montarelo, de la Asociación de Amigos del Patrimonio, Cannata era “un hombre entrañable, muy culto, que tenía un profundo interés por el patrimonio de Segovia”. “Aquí se sentía como en su casa”, agrega Montarelo, en una apreciación coincidente con la de Ruiz.

La vinculación de Cannata con Segovia no se pierde con su muerte física, dado que queda su legado intelectual de cariño a la ciudad, y en su casa de la calle Escuderos reside habitualmente una hija suya.